Las políticas del recuerdo: 2012-2022 Marinakue

Quienes hacemos a Paraguay tenemos derecho a recordar y conmemorar los sucesos de Marinakue, Curuguaty, en junio de 2012. En especial tienen ese derecho las víctimas sobrevivientes, lxs ex presxs políticxs, lxs familiares de víctimas letales, heridxs y presxs. Junto a esas memorias deben estar también, a sus lados, los recuerdos de quienes perdieron —producto de la masacre y el golpe de Estado parlamentario que le siguió— sus empleos y esperanzas, sus horizontes de futuro, incluyendo materialidades y afectos, como también los recuerdos de quienes, por las mismas circunstancias, debieron cambiar de vida radicalmente, las personas imputadas (decenas), lxs abogadxs perseguidxs, multadxs, obligadxs a asumir las fianzas por orden ilegal e ilegítima de los jueces de desgarantía, y así una larga lista que incluye representaciones de todos los caracteres que hacen a los pueblos que habitan Paraguay.

Este recordar es un acto político y afectivo; se trata, por ejemplo, de nuestros recuerdos y de los de quienes ya no pueden hacerlo, como Humberto Jara, migrante paraguayo, Pa’i Oliva, de quien esperamos se publiquen sus memorias, el locutor paraguayo en Venezuela, en fin, hay muchos nombres que solo estarán presentes por la memoria que hagamos de lo vivido como sufrimiento, pero sobre todo como resistencia, resistencia victoriosa, incluso, a partir de los hechos de junio de 20121.

Nos toca recordar la resistencia al golpe de Estado parlamentario a partir de sus triunfos y logros (que los tuvo), así como de sus derrotas y autoboicots, por ser nuestros hechos sociales construidos como pueblos movilizados por la solidaridad con quienes cayeron y por la dignidad de dejar claro que no aceptaríamos tan fácilmente la deriva golpista y dictatorial, mediante la unidad, el empuje y la persistencia de la resistencia social. La pregunta «¿Qué pasó en Curuguaty?», la libertad de todas las personas presas políticas gracias a la movilización solidaria de la gente y las huelgas de hambre autogestionadas por esas mismas personas víctimas/sobrevivientes y presas políticas a la vez. Esta libertad se logró bastante rápido. Posteriormente, con la anulación de la sentencia, quedó clara la calidad del trabajo del equipo legal encabezado por Vicente Morales y Guillermo Ferreiro, notablemente recogido por el abogado Jorge Bogarín para conseguir que unos arriesgados jueces justos anularan la sentencia2. Como esos hay otros muchos ejemplos de logros que deben formar parte del acto político de recordar.

Todos los recuerdos deben salir porque la resistencia al golpe fue un hecho social concreto y fértil, que nos permitió como pueblos soportar el vivir en un país golpeado, sojizado, ganaderizado, transgenizado, que nos ha traído estas sequías y estos calores. Un recordar amplificando la memoria que hagan las comunidades campesinas afectadas primordialmente por la masacre, las cuales tienen voz propia a la que escuchar para recordar sus recuerdos y los de todo un país que sufrió, de distinto modo y con distintas consecuencias, la política del Estado colorado.

Son necesarios todos los recuerdos y reflexiones porque el Estado colorado3 que vivimos, sostenido por ese golpe parlamentario de 2012, apuesta al olvido y al silencio mediante el control de los medios de recordación social; las escuelas e indirectamente, mediante sus aliados, los medios de comunicación invasiva. Hemos de recordar las resistencias sociales, barriales, feministas, académicas, artísticas, diplomáticas, radiales, comunicacionales, de acción directa noviolenta, musicales, campesinas, oenegeras, anarquistas también, por supuesto, porque toda persona que pudo resistir, resistió, hasta el punto de que para 2014 el discursito anticampesino había disminuido a la nada, desplazado y arrinconado por una simple pregunta social: «¿Qué pasó en Curuguaty?». Nuestro recordar será y es una contraposición a la política de olvido y desmemoria de los gobiernos postgolpe que recrean y actualizan el Estado colorado del Paraguay. Estos gobiernos vienen de ese golpe, también el actual poscartista y neostronista, y por ello no conmemorará el terrible hecho que cambió para peor la historia de Paraguay hace casi 10 años.

¿Hubiesen sido distintas las cosas sin golpe de Estado? No lo sabremos nunca, y lo pérfido de eso es que la decisión de no saberlo no fue de los pueblos, sino que fue impuesto a muerte, cárcel y miedo4. A esa muerte, a esa cárcel y a ese miedo nos rebelamos y eso dio sentido para soportar lo insoportable, meollo de nuestra resistencia social. Esa resistencia se renueva en el recordar, personal, social, grupal, político, afectivo, solidario, rebelde.

Pelao Carvallo
Integrante del Grupo de Trabajo CLACSO Memorias colectivas y prácticas de resistencia.
16 de enero de 2022

1 https://codehupy.org.py/wp-content/uploads/2017/03/Informe-DDHH-2012.pdf

2 https://www.lanacion.com.py/pais/2018/07/26/caso-curuguaty-anulan-condena-a-11-campesinos/

3 https://www.clacso.org/el-estado-colorado-de-paraguay/

4 https://wri-irg.org/es/articulo/2018/desmilitarizacion-y-remilitarizacion-en-paraguay